Ayer paseé por Sevilla. ®.
Subtitulo por definir

AYER PASEÉ POR SEVILLA.
Artículos y sentires.
Jorge Ofitas
Ayer paseé por Sevilla, suelo hacerlo con frecuencia. Casi siempre que lo hago es una aventura de historia y emociones, es más, nunca me canso de estos paseos y siempre descubro algo nuevo escondido; en una muralla árabe o romana, en algún pasadizo sombrío, donde el ruido del agua orquesta de fondo, o en un verso coránico en el arqueado árabe de allá, o una misteriosa voz que susurra por la calle judería de acá. Observo las aves, vencejos y gorriones entremezclan sus trinos, montando coros en el azul precioso del atardecer Sevillano, mientras sobrevuelan el patio de los naranjos…
A medio camino llego a los alcázares, el palacio real más grande del mundo, me encantan sus murallas y el ir venir de foráneos, con sus maquinas fotográficas digitales o sus teléfonos móviles de última generación, inmortalizando momentos inolvidables para ellos. Tras una hora paseando llega el café, si, café de media tarde con suspiro. – Que buena temperatura. ¿Verdad? – Espeto al camarero, que me sonríe, agregando antes de enchufar el manubrio cafetero a la máquina: - Oh si, para estas fechas, de lujo, si no, mira las noticias de la tele, que frío por otros lares…
Repuesto de cafeína enciendo un cigarrillo para cerrar la vuelta, ha oscurecido, es entonces cuando me doy con la Giralda de bruces, siempre bella altanera y cargada de historia, con su mezquita reconvertida en catedral de la mano, como amante y amado. Las luces de Navidad tintinean en mis pupilas. Me dirijo entonces al centro de la ciudad, donde habita aún el pequeño comercio superviviente de las hordas globalizadas. Un pastel esquicito me espera. Intento descubrir la crisis económica en los gestos y maneras de los paseantes, tiendas desérticas de público, bares y restaurantes, algunos llenos, otros vacíos y compruebo una vez más que tengo suerte al vivir aquí, a pesar de los pesares. A las mujeres les sigue gustando pararse en escaparates de modas, zapatos u otros artículos, siempre ellas, pocos hombres lo hacen. Y por fin tras degustar el ambiente de la tarde, por fin mi pastel. Hoy será una trufa, la adquiero y me marcho comiéndola por la calle, mientras un señor que vende cupones de la once me aborda educadamente para ofrecerme un boleto para la suerte de la noche. – Dame el 15, contesto, o le indico con un gesto que hoy no es mi día de jugar. A fin de cuentas, el dinero no lo es todo. Me encanta la juventud, los jóvenes con su vitalidad y arrojo característico resuelven penas a quienes los miran, y a su vez, te traen recuerdos de cuando tú también fuiste joven, una evocación sobrevuela mi corazón, brotando una sonrisa por el camino de vuelta…
Hay tantas bellezas y emociones en uno de estos paseos de media tarde por mi ciudad, que resuelvo volver, cuando el tiempo y mis obligaciones me lo permiten. Un beso Sevilla. Hay tanto que contar de ti y tus gentes que aquí me tienes, dispuesto a extrañarte.
Autor texto: Jorge Ofitas.
Sevilla. 2012. ©. ®.